¿Trajiste pavimento?

Las tierras de un hombre rico habían producido mucho. Y él razonaba dentro de sí diciendo: “¿Qué haré? Porque ya no tengo dónde juntar mis productos”. Entonces dijo: “¡Esto haré! Derribaré mis graneros y edificaré otros más grandes. Allí juntaré todo mi grano y mis bienes, y me diré a mí mismo: Muchos bienes tienes almacenados para muchos años. Descansa, come, bebe, alégrate”. Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta noche vienen a pedir tu vida; y lo que has provisto, ¿para quién será?”. (Lucas 12:16-20 RVA2015)

 Eso me recuerda un chiste moderno sobre otro rico insensato. Un hombre dedicó toda su vida a obtener mucho dinero, hasta tal punto que le rogó a Dios que le dejara llevarse una parte con él al Cielo.
 Dios se rió al escuchar esa tontería, pero decidió concederle su deseo: le permitiría escoger una cosa valiosa que llevar consigo a la otra vida. El hombre rico decidió vender todas sus riquezas y comprar lingotes de oro, los cuales tenían mayor valor, y llevárselos consigo. Satisfecho con su decisión, llegó a las puertas del Cielo, donde San Pedro lo recibió y le preguntó qué llevaba en tan pesado maletín. El hombre rico le explicó el trato que había hecho con Dios. San Pedro sintió curiosidad por lo que el hombre decidió llevar consigo. ¡Debía ser muy especial! El hombre abrió con orgullo el maletín y le mostró los relucientes ladrillos de oro. Sorprendido, San Pedro preguntó: «¿Trajiste pavimento?» (Apocalipsis 21:21) Dejando a un lado las calles de oro, al fin y al cabo, este es un buen recordatorio de lo que realmente importa. —Nina Kole [1]

Ayer está en el pasado. Mañana todavía no ha llegado. Solo tenemos el día de hoy. Empecemos. —Madre Teresa

[1] Áncora Perspectivas sobre el tiempo

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