Encontramos paz

Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo. (Romanos 15:13 NVI)

Aunque el mundo algún día, después de la segunda venida de Jesús, conocerá la paz en el sentido de ausencia de guerra, la paz a la que se suele aludir en la Palabra de Dios tiene que ver con el bienestar integral de las personas, tanto física como espiritualmente.

 La Escritura manifiesta reiteradamente que ese bienestar integral, esa tranquilidad y ese shalom provienen de una relación sana con Dios, la cual se gesta por medio del Salvador.

 Podemos entonces poseer la plenitud del shalom: cabalidad, vitalidad, seguridad, contentamiento, tranquilidad, armonía y paz interior, que es la fuente de serenidad en medio de las tormentas y los apremios que todos enfrentamos a lo largo de la vida.

 Es precisamente esa justicia, producto de la salvación obtenida mediante el sacrificio de Jesús, la que nos brinda paz con Dios y que a su vez constituye la base de la paz verdadera que gozamos en nuestro interior.

 Encontramos paz en el Salvador, paz cuando amamos la Palabra de Dios, paz cuando nuestros caminos complacen al Señor, paz por medio de la presencia del Espíritu Santo, paz en la fe y paz cuando Cristo reina en nuestro corazón. —P. Amsterdam [1]

Si entendemos que nuestro primer y único deber consiste en amar a Dios primeramente y amar a los demás, incluso a nuestros enemigos, por el amor de Dios, entonces podemos disfrutar de tranquilidad espiritual bajo cualquier circunstancia.  —A. W. Tozer (1897-1963)

[1] P. Amsterdam Áncora Un corazón tranquilo

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