Intencionalmente aprender de Dios

Enséñame a hacer Tu voluntad, porque Tú eres mi Dios; Tu buen Espíritu me guíe a tierra firme. (Salmo 143:10 NBLA)

 En la vida podemos perdernos muchísimas enseñanzas que el Señor quiere comunicarnos si no nos proponemos intencionalmente aprender de Dios. Si bien algunas son evidentes, otras no tanto, y se nos pueden escapar si no le preguntamos, si no abrimos los ojos para ver lo que Él quiere indicarnos a través de las vivencias que tenemos.
 Cuando encomendamos las cosas a Dios y oramos por ellas de antemano, Él puede guiarnos y transmitirnos Su sabiduría, que ha prometido dar generosamente a los que piden con fe. No obstante, es igual de importante orar después sobre el resultado, especialmente cuando las cosas no salieron como esperábamos o queríamos. Si nos tomamos el tiempo para pensar y orar al respecto, Él puede ayudarnos a aprender de cada experiencia. La enseñanza está ahí si nos tomamos el tiempo de buscarla; lo contrario también es cierto: si no la buscamos, puede que no la encontremos.
 Si bien Dios nos creó «a Su imagen y semejanza», aún no ha terminado de obrar en nosotros. Somos una obra en curso. Todos vinimos al mundo con algunos rasgos esenciales de Su naturaleza: somos seres espirituales eternos con uso de razón y capacidad de amar y distinguir entre el bien y el mal. Pero el cultivo de las buenas cualidades es un proceso que dura toda la vida. Es también uno de los principales motivos por los que estamos en esta Tierra. —Maria Fontaine [1]

 Tu yo del futuro siempre considerará imprudente e inmaduro a tu yo del presente. Eso significa que ahora mismo eres un tonto, pero no te darás cuenta hasta mañana. —Timothy Keller

[1] Conéctate Aprender de Dios

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