Es necesario hacer un esfuerzo concentrado para evitar caer en esas…
Porque, ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién lo instruirá? (1 Corintios 2:16 RVA-2015)
Es natural hacer suposiciones sobre las personas. Lamentablemente las cosas que suponemos, en muchos casos, son negativas. Todos sabemos que según las Escrituras no es bueno pensar así de otras personas. No refleja la naturaleza de Jesús. Por muy técnicamente acertadas que sean esas apreciaciones, puede que sean poco benevolentes o superficiales. Quizá ni tengan en cuenta todos los factores subyacentes que motivan a alguien a actuar o responder de cierta manera.
A mi juicio esta debilidad tan común en los seres humanos de suponer lo negativo o sacar conclusiones desfavorables resalta la importancia de esmerarnos continuamente por adoptar la mente de Cristo. Es necesario hacer un esfuerzo concentrado para evitar caer en esas tendencias negativas.
¿Podemos acaso conocer los pensamientos de una persona o saber lo que alberga en su corazón? ¿Podemos auscultar su alma y determinar los detalles íntimos de su vida? Claro que no.
Cuando se desconocen los motivos que tiene alguien y no estamos de acuerdo con sus actos o sus puntos de vista, o nos caen mal, es fácil resolver que sus móviles están más equivocados que acertados.
En cambio, cuando acudimos a Jesús y le permitimos que dirija nuestros pensamientos, puede hacernos ver las cosas como Él las ve. Sabemos que está mal criticar a otras personas. Sabemos que desagrada a Dios y es contrario a Su Palabra. —Maria Fontaine [1]
El propósito de la vida humana es servir y mostrar compasión y voluntad de ayudar a los demás. —Albert Schweitzer
[1] Conéctate El juego de la compasión