Príncipe de Paz

De repente apareció una multitud de ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de Su buena voluntad. (Lucas 2:13–14 NVI)

 Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, el Mesías —el Salvador— está vinculado a la paz. Así y todo, si observamos el mundo actual o prácticamente cualquier otra época de la Historia, la paz muchas veces nos elude y no es nada fácil de encontrar. Las guerras y los conflictos civiles son endémicos (propios y constantes) a la humanidad.
 Desgraciadamente, no se ha producido en la tierra una paz duradera y desde luego no se da hoy en día. ¿Por qué entonces Jesús se llama el Príncipe de Paz? ¿Por qué los ángeles, cuando alabaron a Dios la noche de la Natividad de Jesús, aludieron a la paz?
 El vocablo de uso más extensivo en el Antiguo Testamento es shalom. Si bien la palabra shalom se emplea a veces en la Escritura para definir la paz como ausencia de conflicto, encierra también otros significados.
 El significado etimológico alude a gozar de bienestar o de salud. Expresa plenitud, vitalidad, seguridad, sanidad y prosperidad; contentamiento, tranquilidad, armonía, paz interior, falta de ansiedad y estrés.
 Se refiere igualmente a la amistad entre personas así como a la paz y la amistad entre las personas y Dios.
 Jesús —el Señor de la paz— nos ofrece una paz que sobrepasa todo nuestro entendimiento. Nos ha entregado Su paz, y en la medida en que fijamos nuestros pensamientos y nuestra confianza en Él, nos concede perfecta paz, o como reza el texto original hebreo, shalom shalom. —P. Amsterdam [1]

Mi concepto de la Navidad, llámese anticuado o moderno, es muy sencillo: amar a los demás. Ahora que lo pienso, ¿por qué debemos esperar a la Navidad para hacerlo? —Bob Hope (1903-2003)

[1] P. Amsterdam Áncora Shalom de Navidad

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