Las promesas de Dios
Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien puede lograr mucho más de lo que pudiéramos pedir o incluso imaginar mediante Su gran poder, que actúa en nosotros. (Efesios 3:20 NTV)
El paso de un año a otro es un buen momento para reflexionar en los logros y victorias —además de los errores del año que toca a su fin— ¡y tomar la firme resolución de poner todo nuestro empeño para que el año que comienza sea aún mejor y más provechoso!
Al Señor le complace cada paso que das para amarlo y alabarlo más, por permitirle que te guíe. A medida que le encomiendas a Él un nuevo año, puedes pedirle que te ayude a consolidar los avances del año anterior, mientras lo reconoces en todos tus caminos y le pides que guíe tus pasos.
El Señor promete dirigir tu camino, porque has puesto tu fe en Él. Te guiará y te abrirá las puertas que ha preparado solo para ti, mientras le encomiendas tu futuro y esperanza, y confías en Él de todo corazón.
Cada año puede ser un año de crecimiento en el Espíritu y de progreso al acercarnos más a Jesús, si se lo encomendamos todo a Él.
Su Palabra nos anima a hacer frente a cualquier tempestad, a aferrarnos a la esperanza por muy grandes, potentes o veloces que puedan parecer las olas.
Si te aferras al Señor, Él te sostendrá y te prosperará, y te llevará a salvo al destino que Él ha planeado para ti. Recuerda, ¡el futuro es tan prometedor como las promesas de Dios! —M. Fontaine [1]
Nunca dudes en encomendar a Dios las incógnitas del futuro. —Perlas de Sabiduría
[1] M. Fontaine Áncora Un año más para amar al Señor