Se apoyó en Cristo

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. (Filipenses 4:13)

 Cuando pases por una temporada difícil, para poder ver las cosas objetivamente te vendrá bien tener en cuenta lo que han padecido otras personas.
 Fijémonos por ejemplo en el apóstol Pablo. Sufrió bastante. «Cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno —escribió—. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio… (Ver 2 Corintios 11:24–26)
 Habiendo pasado por todo eso, uno pensaría que Pablo tendría más motivos que nadie para quejarse o pensar que Dios lo había abandonado. Por el contrario, no dejó de confiar en Dios a pesar de sus tribulaciones. Dijo: «He aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación.
 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.» (Filipenses 4:11–12)
 ¿Cuál fue la clave que lo ayudó a superar semejantes obstáculos? El apóstol Pablo se apoyó en Cristo, y Él le dio fuerzas. —Shannon Shayler [1] 

La ansiedad, la enfermedad, el sufrimiento, los ocasionales riesgos y la nostalgia de las comodidades y beneficios de la vida podrán entorpecer nuestra marcha, hacer que nuestro espíritu vacile y nuestro ánimo decaiga. Pero solo por breves momentos. Esas cosas no son comparables en nada con la gloria que más adelante ha de ser revelada en nosotros y para nosotros [en el cielo]. ¡Jamás he realizado sacrificio alguno! —David Livingstone

[1] Áncora La cura para las quejas

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