Tú los puedes detener

El chismoso anda contando secretos; pero los que son dignos de confianza saben guardar una confidencia. (Proverbios 11:13 NVT)

 Chismorrear es un hábito sutil. Los chismes nos hacen sentir superiores porque desprecian a los demás. También nos satisfacen porque dan la impresión de que sabemos más que otros.
 Cabe aclarar que chismear no es solamente propagar información falsa sobre otros, sino también compartir información certera sobre otros, con detalles que no nos incumben como por ejemplo: por qué fulano rompió con mengano; o que alguien engordó no sé cuántos kilos en las vacaciones, o lo que sea.
 Ven, ya sea que el relato sea cierto o falso, los chismes hacen daño o son vergonzosos para la persona de la que se está hablando.
 Lo bueno es que los chismes se pueden parar. Y los puedes detener. Proverbios 26:20 dice: «Sin leña se apaga el fuego, y donde no hay chismoso, cesa la contienda.»
 Puedes ser el claro donde se terminan los chismes. El fuego se apaga si se queda sin combustible, y un rumor muere si nadie lo sigue propagando. Cuando alguien se te acerque con un chisme, tú puedes decidir no contarle a nadie lo que escuchaste. —Marie Story [1]

 A menudo consideramos el chisme como uno de esos pecados «menores». Pero cuando Dios se refirió al chismorreo, lo incluyó en la misma lista que la inmoralidad sexual y el asesinato. ¿Por qué? Porque es nocivo para las relaciones. Los chismes pueden destruir relaciones, familias y congregaciones. —Rick Warren

[1] Áncora ¿Son los chismes realmente tan malos?

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