Fueron vencedores
Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón. Y la paz que yo doy es un regalo que el mundo no puede dar. Así que no se angustien ni tengan miedo. (Juan 14:27 NTV)
El otro día disfruté de una magnífica puesta de sol mientras estaba atrapada en un enorme atasco de tráfico provocado por un accidente mortal. ¿Qué hacer ante una situación así? Exactamente a la misma hora y en el mismo lugar conviven una impresionante puesta de sol que me recuerda la belleza que Dios es capaz de crear, así como una pérdida y angustia patentes a unos cientos de metros de distancia.
Creo que la respuesta es que debemos albergar ambas realidades en nuestro corazón. Podemos dejar que los sucesos espantosos hagan resaltar aún más la belleza. Aportamos al mundo todo el amor y la belleza que podemos, y lo celebramos. Y cuando nos encontramos con cosas feas y duras, recordamos que Jesús dijo que en este mundo tendríamos tribulaciones, pero que Él ha vencido al mundo, por lo que podemos estar de buen ánimo.
Podemos alegrarnos sabiendo que Dios es dueño de la situación, que Él es el vencedor. No sé si podría hacer frente a toda esa maldad y calamidad si no tuviera fe en Cristo; si no pudiera abrir mi Biblia y leer sobre la fe de los primeros seguidores de Jesús, cuyas vidas no fueron nada fáciles, y que siguieron adelante a pesar de ello. También fueron vencedores, capaces de encarnar luz, amor y esperanza en un mundo oscuro y quebrantado.
Mi respuesta al dilema que supone conocer la alegría en este desastroso mundo es un rotundo sí. Estoy más convencida de ello que nunca. —Marie Alvero [1]
Todo el mundo tiene una carga sobre los hombros, pero la felicidad, la verdadera felicidad, se compone de una multitud de pequeñas alegrías que se juntan piadosamente para formar un gran ramo. —Max Du Veuzit
[1] Conéctate Alegría en este desastre